Los seres vivos están integrados por moléculas inanimadas
que se ajustan a todas las leyes físicas y químicas que rigen el comportamiento
de la materia inerte. Los organismos vivos poseen unos atributos que no se
encuentran en la materia inanimada como son:
Complejidad
y organización: Poseen estructuras internas complejas formadas por numerosas
moléculas complejas.
Cada una de las partes que componen la materia viva
cumple un rol específico: Esto se cumple no sólo para las estructuras
intracelulares, sino también para los compuestos químicos de la célula
(lípidos, proteínas y ácidos nucléicos).
Son capaces de extraer y transformar la energía de su
entorno: El ser vivo utiliza materias primas sencillas para producir o
transformar energía, la cual es utilizada para edificar y mantener sus propias
e intrincadas estructuras.
Posee la capacidad de duplicarse: El ser vivo posee la
capacidad de reproducirse, elaborando copias exactas de si mismas, logrando así
la persistencia del ser vivo en nuestro planeta. La composición química de los
seres vivos es, cualitativamente, muy diferente de la del entorno físico en que
viven.
La mayor parte de los componentes químicos de los
organismos son compuestos orgánicos de carbono en los que el elemento se halla
relativamente reducido o hidrogenado. Muchas biomoléculas orgánicas contienen
también nitrógeno. Por el contrario, los elementos nitrógeno y carbono no son
abundantes en la materia inerte y se encuentran en la atmósfera y en la corteza
terrestre en formas inorgánicas sencillas, tales como, dióxido de carbono,
nitrógeno molecular, carbonatos y nitratos.